¿Soy buena madre?
¿Lo estaré haciendo bien?
¿No seré muy dura?
¿Seré demasiado blanda?
¿Será culpa mía que no coma mucho?
¿Que he hecho mal para que no le guste estudiar?
¿Y si le creo un trauma por hacer esto o aquello?
¿Sabre resolver sus dudas?
¿Como puedo ayudarles en todo?
¿Soy un buen ejemplo?
Se ponen malos demasiadas veces, ¿en que estoy fallando?...
Mis demonios, esos que dan titulo a este blog en permanente stand by desde hace meses, son mis miedos y dudas, mis cuitas maternales y sombras, esas que me acechan sigilosa y sonoramente desde hace ya casi 11 años.
Mis demonios, también son aquellos resortes que me empujan y me ayudan a crecer.
Mis demonios, nacieron con mi maternidad y crecen al mismo ritmo que lo hacen mis hijos.
Mis demonios, en estos momentos se ríen a carcajadas de mi, que condescendiente e ilusa pensaba, se irían desvaneciendo a medida que mis hijos crecieran.
Y aquí me veo pasmada, 11 años después de que un test de embarazo diera positivo, ante dos hijos que no paran de crecer y unos demonios que van cambiando de forma pero no disminuyen de tamaño...
Por que ahora esos demonios no se limitan al presente o a como soy como madre, no, ahora abarcan el futuro, los estudios, la salud, los amigos, el mundo entero...
¿Lo bueno de todo esto?
Pues que este último año he asumido al fin, que ser madre también es eso: mirar a mis demonios de frente y darles la mano, por que pelearé por derrotarlos cada día, pero se que siempre me acompañaran.
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