Me encanta la Navidad, pero también hay muchas cosas de estas fechas que odio.
Por ejemplo:
-No me hace feliz pasarme horas cocinando comida que es imposible
que nos comamos de una sola sentada.
-Odio que la gente que me ignora durante el resto del año, me
abrace si me ve por la calle o me envíe el mismo mensaje genérico que ha
enviado a otras 100 personas.
-Me pone muy nerviosa ir a cualquier parte y que parezca una
procesión.
Si se te olvida comprar algo los días antes de Nochebuena o
Nochevieja y tienes que salir a por ello....estas jorobada.
-Durante los días previos mi agenda es un conjunto de horarios
milimetrados en los que cualquier cosa puede hacerme ir con retraso.
-En mi cabeza las listas se suceden:
Listas de la compra
Listas de regalos
Listas con presupuestos
Listas de tareas pendientes
Listas de listas....
-Soy un poco paranoica con la economía y ver como se escapa el
dinero en estas fechas, me estresa, porque siempre acabas gastando de más,
aunque sea poco.
-Y sobre todo, odio esa especie de obligación de ser y estar happy
todo el tiempo, solo porque es Navidad.
Pero a pesar de todo ello: ADORO la Navidad.
Y la adoro sobre todo, por mis hijos:
-Tienen vacaciones.
-Están genuinamente felices, sin obligarse lo más mínimo.
-Me gusta salir con ellos a pasear y ver las luces (tengo un poco
de alma de polilla) y volver con la cara fría (por que también tengo alma de Elsa y "el frío a mi nunca me molesto").
-Me hace feliz ver su nerviosismo los días previos a la llegada de
Papá Noel y los Reyes Magos.
-Me gusta ir a ver llegar a los Reyes en helicóptero.
-Me gusta hacer de ayudante mágica, es la única magia que una
escéptica como yo conserva en su interior. La guardo exclusivamente para
estos días.
Idear regalos, esconderlos hasta que llega el día, colocarlos,
levantarme la primera y esperar ansiosa a que se levanten y vean todo...
-Me gusta la emoción de mi hija al contarme que este año los reyes
que han visitado su cole, son los de verdad, porque la han llamado por su
nombre.
-Me gusta que vaya dando pequeños saltitos por la calle moviendo
su coleta como la cola de un caballo, simplemente porque se siente feliz y
emocionada.
-Me gustan las indirectas del mayor sobre los regalos que le
gustaría recibir, las deja caer de soslayo para ver si descifra si va a
recibir lo que quiere o no.
-Me gusta ir a comer chocolate con churros, aunque no tomo
chocolate y nunca puedo terminarme un churro.
-Me gusta hacer roscón, aunque mi hija me pregunta 150 veces
cuanto queda para que se termine.
Adoro y odio muchas otras cosas de la Navidad, pero por resumir un
poco diré:
ODIO la hipocresía que envuelve un
poco la Navidad.
ADORO la magia y la ilusión que desprenden los niños.
Si la vida, mí vida, fuera como los dibujos animados de superhéroes,
mis hijos serían los buenos y con su aura de luz brillante empujarían hasta el
destierro al malo, ese ser "feuno" que representa todo lo que odio de
la Navidad y que pelea por instalarse en mis días empujando con su halo de luz
oscura a mis superhéroes.
Por supuesto, en esta historia, mí historia, ganan los buenos.